Bases neurobiológicas del lenguaje y sus alteraciones
J. Castaño
INTRODUCCIÓN
El lenguaje es un claro ejemplo de una función superior del
cerebro cuyo desarrollo se sustenta, por un lado, en una estructura anatómica funcional
genéticamente determinada y, por otro, en el estímulo verbal que le da el
entorno. Dentro de la estructura anatomofuncional participan diversos sistemas
y subsistemas que actúan en serie y en paralelo. Gran parte de nuestro
conocimiento sobre las bases neurofisiológicas del lenguaje proviene de las
observaciones de pacientes adultos con lesiones circunscritas y sus
consecuencias clínicas (afasias). A esto se han agregado, en los últimos
tiempos, estudios con imágenes funcionales en voluntarios sometidos a pruebas
lingüísticas.
SISTEMAS FUNCIONALES DEL LENGUAJE
De acuerdo con Damasio [1], vamos a considerar tres sistemas
principales que sustentan funcionalmente el lenguaje:
1. Un sistema operativo o instrumental, que ocupa la región perisilviana
del hemisferio dominante y que incluye el área de Broca y el área de Wernicke.
2. Un sistema semántico, que abarca grandes extensiones
corticales de ambos hemisferios.
3. Un sistema intermedio organizado modularmente, que sirve de
mediación entre los dos anteriores y que se ubica alrededor del sistema
instrumental (Fig. 1).
Dentro del sistema operativo, el área de Broca es parte de
un sistema neural involucrado en el ordenamiento de fonemas en palabras y de
éstas en la oración (aspectos relacionales del lenguaje, gramática), pero
también es el sitio de acceso a verbos y palabras funcionales. La mayor
dificultad sintáctica en las lesiones del área de Broca es unir elementos en
diferentes partes de la oración que se refieren a la misma entidad (déficit en
memoria de trabajo). El área de Wernicke es un procesador de los sonidos del
habla que recluta el input auditivo para que se cartografíen como palabras y se
utilicen, subsecuentemente, para evocar conceptos. No es un seleccionador de
palabras, pero es parte del sistema necesario para implementar sus sonidos
constitutivos en la forma de representaciones internas auditivas y cenestésicas
que dan apoyo a las vocalizaciones emergentes. Su función es la descodificación
fonémica y no la interpretación semántica, pero su lesión –al afectar a la
descodificación de los fonemas constitutivos de las palabras– aborta el ingreso
de las mismas al pool semántico.
NEUROBIOLOGICAL
BASES OF LANGUAGE AND ITS DISORDERS
Summary.
Aims. The purpose of this study is to offer an update on the anatomofunctional
bases of language and the theories that explain its normal and pathological
development. Method. Language is a clear example of one of the higher functions
of the brain, the development of which is carried out, on the one hand, in a
genetically determined anatomofunctional structure and, on the other hand, by
the verbal stimulus provided by the environment. Several systems and subsystems
are at play within the anatomofunctional structure and these operate in series
and in parallel. A large amount of the knowledge we have about the
neurophysiological bases of language come from observations carried out in
adult patients with circumscribed lesions and their clinical consequences
(aphasias). Findings from recent studies involving functional imaging in
volunteers submitted to linguistic tests have added more data. According to
Damasio, three functional systems are at work in language: 1. The instrumental
system, which corresponds to the perisylvian region of the dominant hemisphere
where phonological processing takes place; 2. The mediation system, which
includes temporal, frontal and parietal areas that surround the anterior region
and are where lexical items are organised in a modular fashion, in terms of
categories, actions and functional or connecting words; 3. The semantic system,
which includes extensive areas of the cortex in both hemispheres and is the
seat of concepts and meanings. Throughout a child’s development, the evolution
he or she follows to reach the neurolinguistic organization of the adult brain
requires the integrity and proper functioning of these structures that are for
the most part located in the dominant hemisphere. We review the different
theories that appear in the specialised literature concerning the causes and fisiopathogenic
mechanisms behind dysphasias in early childhood. Conclusions. Among the numerous
functions that take part in the complex language system, some are essential for
its normal development. From the work of Tallal et al. it has been seen that
the sequential and fast phonological processing of consonant-vowel shifts is
altered in dysphasic and dyslexic children. This finding is related with the
disorders in the normal asymmetry of the temporal planum (the left is larger
than the right)that has been observed in these patients and with the
neuropathological findings of Galaburda et al. in dyslexic patients who had
previously been dysphasic, in whom cytoarchitectural anomalies (heterotopias)
were found, above all in the left perisylvian region. Obviously not all forms
of dysphasia are the result of this alteration. According to Chevrie-Muller’s
classical chartadapted by us in accordance with Damasio’s scheme –it is
possible to locate the dysphasic syndromes in different loci and distinguish a
different physiopathological mechanism for each of them. [REV NEUROL 2003; 36:
781-5] Key words. Developmental language disorder. Dysphasias. Hemispheric
dominance. Neurobiological bases of language. Phonological processing.
Temporal planum.
INTRODUCCIÓN
El lenguaje es un claro ejemplo de una función superior del
cerebro cuyo desarrollo se sustenta, por un lado, en una estructura anatomofuncional
genéticamente determinada y, por otro, en el estímulo verbal que le da el
entorno. Dentro de la estructura anatomofuncional participan diversos sistemas
y subsistemas que actúan en serie y en paralelo. Gran parte de nuestro
conocimiento sobre las bases neurofisiológicas del lenguaje proviene de las observaciones
de pacientes adultos con lesiones circunscritas y sus consecuencias clínicas
(afasias). A esto se han agregado, en los últimos tiempos, estudios con imágenes
funcionales en voluntarios sometidos a pruebas lingüísticas.
SISTEMAS FUNCIONALES DEL LENGUAJE
De acuerdo con Damasio [1], vamos a considerar tres sistemas
principales que sustentan funcionalmente el lenguaje:
1. Un sistema operativo o instrumental, que ocupa la región
perisilviana del hemisferio dominante y que incluye el área de Broca y el área
de Wernicke.
2. Un sistema semántico, que abarca grandes extensiones corticales
de ambos hemisferios.
3. Un sistema intermedio organizado modularmente, que sirve de
mediación entre los dos anteriores y que se ubica alrededor del sistema
instrumental (Fig. 1). Dentro del sistema operativo, el área de Broca es parte
de un sistema neural involucrado en el ordenamiento de fonemas en palabras y de
éstas en la oración (aspectos relacionales del lenguaje, gramática), pero
también es el sitio de acceso a verbos y palabras funcionales. La mayor
dificultad sintáctica en las lesiones del área de Broca es unir elementos en
diferentes partes de la oración que se refieren a la misma entidad (déficit en
memoria de trabajo). El área de Wernicke es un procesador de los sonidos del habla
que recluta el input auditivo para que se cartografíen como palabras y se
utilicen, subsecuentemente, para evocar conceptos. No es un seleccionador de
palabras, pero es parte del sistema necesario para implementar sus sonidos
constitutivos en la forma de representaciones internas auditivas y cenestésicas
que dan apoyo a las vocalizaciones emergentes. Su función es la descodificación
fonémica y no la interpretación semántica, pero su lesión –al afectar a la
descodificación de los fonemas constitutivos de las palabras– aborta el ingreso
de las mismas al pool semántico.
Existe un tercer componente dentro del sistema instrumental,
ubicado en la región parietal inferior, que participa en la memoria fonológica
de corto plazo (loop fonológico). Las regiones posteriores del lenguaje
(Wernicke) se conectan con las áreas motoras y premotoras a través de dos vías:
1. Vía directa corticocortical. 2. Vía corticosubcortical, que involucra los
ganglios basales del hemisferio izquierdo y el núcleo anterolateral del tálamo.
La primera es la que empleamos en el aprendizaje asociativo e implica un
control más elevado y consciente, mientras que la segunda corresponde al
aprendizaje de hábitos. Ambas vías pueden funcionar conjuntamente en paralelo
durante el procesamiento del lenguaje. Un sistema o el otro predominará según
la naturaleza del ítem y de la historia de adquisición del lenguaje. En cuanto
al sistema intermedio o de mediación, él mismo se organiza modularmente y,
según las investigaciones, cada módulo participa en distintos tipos de
conceptos y palabras. Este sistema tiene localizaciones específicas para
categorías diferentes de acuerdo con un eje occipitotemporal de atrás a
delante. La mediación para conceptos más específicos es anterior, mientras que
la región posterior responde a nombres comunes. La mediación para verbos es en
la región dorsal inferior del frontal. El sistema de mediación no sólo
selecciona las palabras correctas para expresar un concepto particular, sino que
también dirige la generación de estructuras de oraciones que establecen
relaciones entre conceptos.
ETIOPATOGENIA DE LAS DISFASIAS
La evolución que sigue el niño en su desarrollo para llegar
a la organización neurolingüística del cerebro adulto requiere la integridad y
el adecuado funcionamiento de estas estructuras, predominantemente ubicadas en
el hemisferio dominante. En niños afectados por afasia, es decir, la pérdida
del lenguaje previamente adquirido debido a lesiones focales y generalmente
agudos del cerebro, existe un período que va del año a los 9 años de edad,
aproximadamente, en que es posible la recuperación del lenguaje, tanto más
completa cuanto menor sea la edad del niño. Esta facilidad para recuperar el
lenguaje perdido no se observa en el adulto y esto se debe a la plasticidad del
cerebro joven y al hecho de que la dominancia hemisférica en el niño no se ha
consolidado fuertemente todavía, y permite que el hemisferio derecho tome el
comando de las funciones lingüísticas que originariamente le correspondían al
izquierdo. También existe una organización intrahemisférica que se desarrolla durante
la infancia. Inicialmente, las distintas funciones del lenguaje no se localizan
tan definidamente en las correspondientes áreas corticales, y es a lo largo del
desarrollo madurativo cuando se consolidarán en sus correspondientes locus. Dado
que la recuperación de las afasias en el niño sigue un curso tan favorable,
llama la atención que no ocurra lo mismo en los trastornos del desarrollo del
lenguaje. Si la causa de éstos fuera una lesión hemisférica izquierda, ¿no
debería acaso el hemisferio derecho reemplazarlo? Si bien se ha encontrado
mayor número de hallazgos anormales en la resonancia magnética (RM) [2] de
pacientes disfásicos comparados con controles sanos, según Aram y Eisele [3]
las lesiones específicas del cerebro no se relacionan con trastornos en el
desarrollo del lenguaje en niños. Incluso las lesiones hemisféricas izquierdas
no explican totalmente los hallazgos en los trastornos del desarrollo del
lenguaje.

Figura 1. Sistemas del lenguaje. La línea que dibuja un
óvalo delimita la región perisilviana del hemisferio izquierdo correspondiente
al sistema operativo o instrumental. La zona más clara que rodea a la anterior
corresponde al sistema de mediación o intermedio. B: Broca; W: Wernicke; CA:
corteza auditiva; M: corteza motora; S: corteza sensitiva; SM: giro
supramarginal; GA: giro angular.
Una hipótesis interesante [4] sostiene que es posible que
una lesión del hemisferio izquierdo durante el desarrollo fetal sería capaz de
afectar a las áreas del lenguaje sin llegar a comprometer la dominancia
hemisférica, la cual inhibiría al hemisferio derecho para tomar el comando en
el desarrollo del lenguaje. Recientemente, los medios han publicado la noticia
de un niño epiléptico y disfásico por enfermedad de Sturge-Weber, que afectaba
a su hemisferio izquierdo, y presentaba asimismo calcificaciones y atrofia; se
le efectuó una hemisferectomía izquierda como tratamiento de sus convulsiones
refractarias, tras lo cual comenzó a desarrollar el lenguaje, con toda
seguridad, en el hemisferio derecho. En el síndrome biopercular descrito por
Kuzniecky et al [5] existe atrofia de la región opercular de ambos hemisferios
como consecuencia de un trastorno de la migración neuronal, que afecta al
desarrollo del lenguaje de predominio expresivo y se acompaña de epilepsia,
trastornos motores y de la motilidad orolinguofacial (parálisis pseudobulbar).
Bernaldo de Quirós [6] ha sostenido la tesis de que algunos trastornos del
desarrollo del lenguaje son de origen subcortical, relacionados con disfunción
del tronco cerebral y del sistema vestibular. La ausencia de lesiones
corticales detectables en muchos de estos niños y las alteraciones halladas en
potenciales evocados auditivos de tronco [7] le otorgan cierto crédito a esta
idea. Se supone que normalmente las diferentes estaciones que recorre la vía
auditiva antes de llegar a la corteza temporal del hemisferio dominante son
centros de transducción, que modifican el mensaje acústico de tal forma que
pueda procesarse en el área de Wernicke. Si a causa de alteraciones en esos
centros el mensaje no se procesa debidamente, la corteza auditiva no podrá
interpretarlos correctamente. Un estudio reciente mostró que un mayor
porcentaje de niños con trastornos del lenguaje muestra anomalías paroxísticas
en el EEG, aun sin antecedentes de convulsiones, en comparación con controles
[8]. Se ha especulado con que algunas formas de disfasia, y en particular la
agnosia auditiva verbal, sean formas congénitas del síndrome de
Landau-Kleffner. Por otra parte, Soprano et al [9] han encontrado que un
elevado porcentaje de niños con este síndrome tenían antecedentes de trastornos
en el desarrollo del lenguaje previo al comienzo de su ‘afasia epiléptica’. Sin
embargo, lo más probable es que tanto la actividad paroxística como el
trastorno del desarrollo del lenguaje sean expresión de una alteración en la
citoarquitectura cortical, probablemente debido a trastornos de la migración.
La otitis media recurrente como causa de los trastornos del desarrollo del
lenguaje es un tema todavía controvertido. Algunos estudios muestran relación
[10], mientras que otros refutan una conexión directa [11]. Dentro del complejo
sistema funcional del lenguaje, compuesto por múltiples subsistemas que actúan
en serie y en paralelo,hay eslabones que cumplen funciones esenciales para el
normal desarrollo del lenguaje. A partir de los trabajos de Tallal y Piercy
[12] se ha visto que el procesamiento fonológico en forma secuencial y rápida
(pasaje consonante-vocal) se altera en niños disfásicos y disléxicos. Dado que
dicho procesamiento tiene lugar en el área de Wernicke, este hallazgo guarda
relación con las alteraciones de la normal asimetría del plano temporal
(izquierdo mayor que el derecho) [13] observada en estos pacientes y con los
hallazgos neuropatológicos de Kaufmann y Galaburda [14] en pacientes disléxicos
que habían sido previamente disfásicos, en los que se encontraron anomalías
citoarquitecturales (heterotopías) predominantemente en la región perisilviana
izquierda. A estos hallazgos de Kaufmann y Galaburda cabe sumar los de Cohen et
al [15], quienes, en 1989, encontraron una alteración en la corteza
temporoinsular izquierda en el cerebro de una niña disfásica que falleció a
consecuencia de una mononucleosis complicada. El estudio microscópico mostró
una microgiria y en la parte más profunda, en la sustancia blanca, una pequeña
malformación vascular. Asimismo, se encontró una alteración de la normal
asimetría del plano temporal. Estas alteraciones pueden estudiarse hoy in vivo
a través de imágenes como la RM con volumetría, que muestra asimetrías
perisilvianas atípicas –inversión o falta de asimetría– en pacientes con
trastornos en el desarrollo del lenguaje [16]. En un reciente estudio en 41
adultos que habían sufrido trastornos del desarrollo del lenguaje, se encontró
un surco supernumerario en la circunvolución frontal inferior [17]. Estos
hallazgos se presentan en algunos parientes de primer grado, sin constituir una
firme asociación [18]. Otros estudios se han centrado en el análisis del cuerpo
calloso, basándose en la observación de que niños disfásicos son deficientes en
tareas que requieren la transferencia de información de un hemisferio a otro
(p. ej., movimientos alternados de las manos). Los resultados de la medición
del tamaño del cuerpo calloso en pacientes disfásicos y disléxicos [19] revelan
resultados que no concuerdan entre los distintos trabajos. Clarke et al [20]
demostraron que el área callosa media se reduce poco después del nacimiento y
que este cambio tiene relación con el tenor de testosterona. Experimentalmente
se ha demostrado en animales la influencia de la hormona masculina sobre el
desarrollo de las conexiones neurales [21] y esto, a su vez, tiene
significación en la organización de las cortezas blanco. Geschwind y Galaburda
[22] elaboraron una teoría en la que se relacionan estos factores con la mayor
incidencia de trastornos de lenguaje y aprendizaje en varones que en mujeres.
Numerosas publicaciones indican la existencia de un factor hereditario. Estos
niños tienen mayor probabilidad de tener parientes de primer grado con
trastornos del lenguaje o aprendizaje [23-25]. Tomblin [26] encontró un 23% de
niños con trastornos de lenguaje con historia familiar positiva en comparación
con sólo el 3% de niños sanos, y los hermanos son los que presentaban mayor
riesgo. Un alto porcentaje de concordancia para trastornos de lenguaje se
observó en mellizos monocigotos, frecuentemente con similar patrón de
alteración [27,28]. Por otra parte, se ha observado mayor incidencia de trastornos
del lenguaje en niños con hiperplasia adrenal congénita, hallazgo que ha
generado la sospecha de que existe una asociación con el gen para este
trastorno [29]. La investigación sobre el cromosoma 7q y su posible relación
con los trastornos del lenguaje ha mostrado algunos resultados positivos,
aunque en escala limitada [30].
SÍNDROMES DISFÁSICOS
En cualquier caso, y dadas las distintas formas clínicas de presentación
de los trastornos en el desarrollo del lenguaje, es lógico asumir que en cada
una de ellas subyace un mecanismo fisiopatológico diferente y que ninguno de
los hallazgos e hipótesis que hemos mencionado en esta revisión sirve para explicar
por sí solo y de forma absoluta la generalidad de estos trastornos. Según un
esquema en el que asociamos el modelo de Chevrie- Müller y Narbona [31] con el
de Damasio [1] (Fig. 2), podemos distinguir tres niveles de afectación: 1.
Nivel instrumental. Las disfasias que se deben a alteraciones del sistema
operativo o instrumental son: a) Agnosia auditiva verbal, donde se afecta la
descodificación de los sonidos de la lengua por fallos en el análisis acústico
fonético y fonológico, circunstancia que impide el acceso a las representaciones
mentales de sonidos y, por ende, a sus significados (corteza auditiva
secundariaárea de Wernicke). b) Trastorno fonologicosintáctico, donde se afecta
la forma de la lengua, el reconocimiento fonológico y la morfosintaxis [32]. c)
Trastorno de la programación fonológica. El paciente tiene dificultades para
construir la plantilla fonológica del mensaje verbal, en la que se requiere una
adecuada secuenciación e inhibición de emisiones incorrectas (corteza frontal).
d) Dispraxia verbal. Aquí se afectan los procesos de montaje de las piezas
fonéticas a partir del plan fonológico y de la selección de los patrones
motores y temporales (cortezas frontal e insular). 2. Nivel intermedio o de
mediación. Pertenece a este nivel el trastorno sintacticolexical, en el que se
afectan funciones centrales con dificultad en la recuperación de vocablos y en
el acceso a las representaciones mentales de las palabras. Tiene similitud con
el cuadro de la afasia dinámica de Luria [33]. 3. Nivel semántico. Con
afectación en procesos de alto nivel: trastorno semanticopragmático, en el que
no hay dificultades en la emisión ni recepción del lenguaje, pero sí en su
acceso al pool semántico y en los mecanismos de inhibición de contenidos
erróneos o incongruentes (corteza prefrontal).
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